lunes, 28 de enero de 2013

Hola mundo

Me han vuelto a liar. Este par de locas. Al principio cuando nos conocimos pensé que nos complementábamos a la perfección, nos llevamos bien, nos divertimos mucho juntas, tenemos mucha confianza, nos apoyamos… en fin, somos las amigas perfectas. Ahora me doy cuenta de que nada es lo que parece y que realmente formamos parte de un experimento sobre enfermedades mentales y su contagio.  Porque lo que está claro es que ahora no solo arrastramos nuestras propias taras mentales sino además las de las otras dos, convirtiéndonos en una especie de cocktail molotov de demencia, senilidad y estrógenos.

A lo que iba, me han liado para ir a una fiesta single, y no es la primera. Odio las fiestas temáticas desde que mi madre me llevó a una fiesta de disfraces vestida supuestamente de geisha  con su bata de estar por casa y dos tenedores de camping clavados en la cabeza. Así que no me gustan la fiesta de disfraces, ni las fiestas de cumpleaños, ni las fiestas de paso del ecuador, ni las fiestas de Nochevieja ni por supuesto las fiestas de singles. Aún así hace algunos meses accedí a ir con ellas a una fiesta de disfraces sobre héroes y antihéroes con una peluca rosa, una falda ridícula y unas gafas del tamaño de dos platos, lo único que me consolaba es que las otras dos presentaban un aspecto tan ridículo con el mío. Para combatir el stress que me producen este tipo de celebraciones me abalancé sobre un suculento brownie que había en la cocina, me encasqueté medio kilo de chocolote entre pecho y espalda antes de que un tipo con boina y garrote (héroes y antihéroes, ¿recuerdas???) me susurrara que contenía cantidades ingentes de maría. Así que acabé sentada en la terraza, con ganas de vomitar y la falda por la cintura, mientras Carmen discutía acaloradamente con Caperucita y Lobo y Mayte estaba rodeada de supermanes cachas. 

Esto siempre es así yo acabo en un rincón borracha/drogada o ambas cosas, verde como un melón, mirando con ojos extraviados a cualquiera que ose acercarse, Carmen ordenando cosas a los invitados que la miran boquiabiertos mientras no deja de batir palmas compulsivamente y Mayte preguntándose confusa porqué no liga, rodeada de una pléyade de tíos mientras el resto forman pacientemente una cola que llega hasta el baño. La verdad es que deberíamos cobrar entrada, dos ñapos tío (no hay que abusar) y ¡ponte a la cola!.

Después de esta inútil humillación decidí vengarme y llevarlas a un 7x7. Un 7x7 es la cúspide de las fiestas a las que no me gusta asistir. Normalmente a los tíos les pagan por ir mientras que las chicas vamos porque pensamos que es divertido. ¿Divertido???? Te sientas en un taburete con una copa en la mano intentando no parecer una prostituta a la espera de clientes, cuando aparece el primer tío y… esto es lo que pasa...